lunes, 30 de septiembre de 2024

Si Goya levantara la cabeza...

 

Acaso no encontrara colores de suficiente contundencia para pintarnos lo que contemplamos en estos menguados días.

Y eso que, entre sus variadas habilidades, ya demostró en ciertos lienzos suyos cómo se retrata lo macabro, lo grotesco, lo infame, lo tenebroso, lo bárbaro y lo salvaje que, con tan desgraciada frecuencia, incluye el comportamiento de unos y otros, de unas y otras.

Hay corrupciones y corrupciones. Ya nos han ido llegando, y llevando al desengaño y la decepción, al escepticismo y la desconfianza, con lo que terminan quizá pagando justos (los pocos que aritméticamente cabe conceder) por pecadores, ralea abundantísima y que nunca se rinde. Pero me da que una de las peores, por lo menos señalada, porque la rutina del lenguaje la menciona algo menos, es la que implica el perverso y casi irremediable daño que inoculan los malos ejemplos, de cuya toxicidad, de cuyo contagio milagro es que alguien se salve.

Los asuntos que, con bochorno de las conciencias mínimamente decentes, están sucediendo -los todavía sin publicar y los que ya asomaron la oreja-, nos vapulean el residuo de flotabilidad que intentábamos pelearle al naufragio. Evidencia y mierda se han vuelto sinónimos, y parece que nadie se va librando de sus salpicaduras.

¿Tendrán redención posible esta basura de las conductas, este presente, para más inri, cutre, ordinario, estas canalladas en las que el más casposo morbo y el cotilleo hozan con fruición tanta?  

domingo, 22 de septiembre de 2024

Piedras para todos

 

Del Hipocampo, en la mera y absorta observación:

 

Como parece evidente que tiende al infinito el número de personas afectadas por la tontería global, para subrayar ese fenómeno y como una muestra más, entre miles, se ha elegido con frívolo y general acuerdo el término “influencer” para designar a la tropa de “espabilaos” que nos explican cómo vivir. (Sobre todo porque un “influidor” o un sencillo influyente sonaría catetísimo y de barata rusticidad ibérica, ¿verdad, borreguitos?)

Estos nuevos brujos de la tribu son gentecilla atrevida que, con más suerte que discutibles mérito y talento, van descubriendo grietas en el sentir desorientado y las ansias y frustraciones y aspiraciones que, con fundamento o sin él, caracterizan al personal, seguramente con naturaleza histórica pero que, en esta tensa época, se han visto multiplicadas por la inundación creciente de los telefonitos y el resto de la quincallería de moda.

Repentinamente poderosos, soberbios en sus reductos de privilegio, sin considerar siquiera -que eso sería mucho pedirles- las torres más altas (también efímeras, transitorias) que hayan caído, los “influencers” nos contemplan ¿como Napoleón a las pirámides?

Los más “listillos” se van escapando, tierra por medio, de ese obligatorio expolio fiscal al que nuestros políticos canallescos nos recomiendan someternos, en base a teóricas conveniencias sociales y a compromisos que a menudo los mismos políticos incumplen y falsean, cocinados en una salsa de hipocresía + desfachatez.

Y a los “influencers”, por este sálvese quien pueda, no disimulemos, ¿les vamos a tirar la primera piedra?

 

-¿Salomónico estás?

-¡Que va!

miércoles, 18 de septiembre de 2024

A mayor gloria

 

No es cosa de discutir ni negar a Stevie Wonder la popularidad, el éxito, la vena de autor de pegajosas canciones con tirón y -mucho menos- sus facultades como cantor.

La cordial adversativa (para gustos, los colores) es el empacho que pueden producir, precisamente, el acrobático ejercicio, la exhibición desmesurada de dichas facultades, gancho útil y algo facilón para granjearse enseguida la admirada, casi atónita adhesión del grueso del público, relativamente analítico.

Pero, por si este dictamen puede redimirse o mitigarse, ahí, a mayor gloria, surgen el extraordinario tratamiento y las magistrales improvisaciones que a “Isn’t she lovely” aplican, en el Festival de Jazz Nisville 2024, Serbia, the Great Guitars (Martin Taylor, Bireli Lagren y Ulf Wakening) que algún oportuno internauta, fino palabro, ha colgado en el “internete”, para solaz y esparcimiento de otros paladares.

Cualquiera diría, de estos musicazos, que su reino no es de este mundo, vaya.      

lunes, 16 de septiembre de 2024

El recurso de la toalla

 

Este calor que avanza y retrocede, que finge que iba a irse por esta temporada, o eso queríamos voluntariosamente quienes no nos llevamos bien con él; este veranillo del santo que sea, o del membrillo que toque, cuando toque…

Acodado en la mesa, “plegablito 2.0” alante, acabo de ducharme y como si nada (me rectifica la IA, sospechando de mi parte escasez de gramática, distracción negligente, no sé qué que por su cuenta ha discurrido, y tengo que volver atrás y hacerle tragar, por redicha y marisabidilla, que no está en todo lo que hay que estar, y que si no escribo “adelante” sino lo que escribo, es por elección iconoclasta, castiza, folclórica, lo que la maquinita obtusa y sapientísima no alcanzará jamás a percibir como matiz, es lo que tienen nuestros rudos automatismos contemporáneos). Que vale, que la humedad relativa del aire no colabora, ni tampoco el “pélinor”, más largo ya de lo que sería cómodo.

Recurro a guisa de alivio a la toalla que reposa en el cogote y pretende aminorar la sensación de sauna, y la neurona salvaje de turno me retrotrae a Cartagena de Indias, a las fechas que, acompañando a pintoresco cantor, anduvimos por allá, Carlos, Tomás, Julio, aterrizados en creciente sugestión de desconcierto, entornos desconocidos de empresarios hosteleros quizá teñidos de tapadera, haberes, que también se les dice emolumentos, incluso honorarios, de dudoso cobro, aunque todo, a la postre, se resolviera casi milagrosamente bien, hasta el último dólar, para nuestra inesperada sorpresa. Entre los jardines frondosos de vegetación exagerada propia de tales latitudes, solíamos salir al escenario con un aire remoto de boxeadores, toalla al cuello, y un encandilamiento impreciso de aventura y sirenas de piscina.

De ese trópico, que siempre es alucinante para la mente del Viejo Mundo, era yo, a la sazón, impertérrito mandarín de postales, y salió, a los años, la letra de “Rafa”, que en el álbum de 1985 evocaba al trovador, semiextraterrestre y vagoroso de rayas, que fuimos a acompañar.

Al menos, dos de los músicos citados ya se fueron; con el otro, he perdido el contacto, a pesar de que entonces me sugiriese las lecturas de Nietzsche, de lo que algo le quedo a deber.

Ni consigo creerme por completo las olas que han zarandeado estos huesos dolidos y, algo por encima, sellados de confusión y eclecticismo.  

sábado, 14 de septiembre de 2024

En lo que estamos

 

Aunque con insistencia (y tiempo y extraordinarios recursos) el Estado haya ido amoldándonos a los usos y efectos de la corrección política y sus hipocresías, el tema -como se dice- “se nos está yendo de las manos”.

Y con mayor frecuencia, el paisanaje va hablando de lo que  pensamos unos con otros, aunque muchos todavía remolonean en el disimulo porque está la moda del buenismo que es lo que mola, lo que queda bien: me refiero a lo de no tomarse la justicia por su mano que quizá es modo de hablar popular, también algo rústico, que mejoraría si dijésemos “por propia mano”, pongo por ejemplo. En todo caso, pasando de los detallitos sintácticos, prosódicos o los que sean, todo el mundo entiende la idea que, por cierto, no anda lejos del concepto de “defensa propia”.

Que sí, que la opción de vivir en la selva es peligrosa. Como también aspectos de vivir en nuestra sociedad presente tienen tela, telita, tela. Pero si el Estado (con la pasta gansa que, más por obligación que a satisfacción, cuesta financiarlo) pretende que nos sumemos con gustosa convicción a los postulados vigentes, tendrá que defendernos él, y hacerlo bien y sin tardanzas impresentables, tendrá que garantizar un funcionamiento que, por desgracia, está a años luz de la realidad. Ojo, políticos, ya vale de chuleo.

 

Con criterios cuya liviandad y ocasional frivolidad no parecen tener justificación bastante, se vienen redactando y poniendo en marcha las que llaman leyes garantistas, con derivadas, con agujeros de imprevisión, con imprudencias que terminan facilitando el crecimiento del número de delincuentes de todo jaez y además, demasiadas veces, la casi impunidad de los reincidentes, cosa inaudita que rebaja y/o anula el respeto debido. Conque estamos en el más desorden y más abuso.

Urge revisar el código penal, no tanto para la boba simpatía populista sino para la eficacia. Porque la policía hace lo que puede y normalmente los jueces, aquello con lo que se encuentran; y no se trata solamente de poco presupuesto y pocos medios.

Cuando no, el sentido -el sentir- común de los millones de pacientes afectados, fijo que se desbordará. Que no se pongan moños los suavones ni los meapilas, por más que no sean los tiempos de Fuenteovejuna.

jueves, 12 de septiembre de 2024

Radicalidad de las decisiones

 

En el acelerón volcánico de la estampida, raras e inesperables habrían sido la memoria, la concentración y las ganas de restablecer en su correspondiente lugar la desplazada balda -que otros dirán estantería- del mueble para zapatos, made in Ikea, cuyo blanco, “azulejo de baño”, rutila en el porche.

Deudor de mis melancolías, y más aún, parsimonioso y en ocasiones irresoluto, hasta hoy no me planteé el brote (que no oso calificar de psicótico) necesario para acometer el trance de “bricolage” que su retorno al, vale que elemental, emplazamiento original comportaba.

Miré al soslayo, requerí la espada metafórica de un destornillador de estrella y, pertrechado de las convenientes gafas “de cerca”, me medí con la aventura como si caballero de la Tabla Redonda hubiese sido admitido, tras velar armas, por el mismísimo Rey Arturo.

¿Me creeréis si añado, sin afectación de heroísmo, que, ya metido en harina de incluyente costal, afirmé el pomito (no sé si debo llamarlo así, malhaya la cursilería) de la tapa de la cafetera que andaba medio flojete y que se prestó a someterse con la misma herramienta, con la docilidad que se les ve a los ministrillos del Sánchez ese?       

miércoles, 11 de septiembre de 2024

La sima

 

Donald y la Harris se vieron las caras en el pulso que por televisión se han echado, para que el personal vaya decidiendo quién se llevará el gato correspondiente al agua en los USA.

Con más apasionamiento que conocimiento, los profusos papagayos que nos explican el mundo desde las tertulias, han ido exponiendo sus pareceres, variados de color, escorados del lado que cada uno adopta, con trastienda de intereses, ideologías o memez básica y coyuntural.

Una sima se ha abierto entre ellos que no parecen tener en cuenta lo arduo de la cuestión que suscita tales desacuerdos; ni que, por el momento, muy en ella (a la sima me refiero, Saramago) estén reparando:

¿Dónde se va a colocar, ya que no el ortográfico, el acento fonético que definirá sin ambages ese nombre exótico, esa nueva era que nos propone Kamala o Kámala, que divide a los opinadores y retrasa un consenso en cuyo compromiso no haya más remedio que implicarse y con el que sentirse concernidos, vinculados sin excusa posible?

¿Y cómo dejarse en cambio engatusar por la controversia de un acento andaluz (ceceante o seseante que ello sea) con el que acusan a Doña Esperanza de mofarse, lejos de toda caridad cristiana, del imposible trampantojo falsario con el que la Montero quiere, insolente cum laude, que nos traguemos esa perla con la que jamás habría soñado ni la Shell Company?

 

Sutiles laberintos, titubeos abstrusos que andan desvelando el sueño, ya de por sí discontinuo y fugaz, del Hipocampo quien, con ilusa determinación, solía defender la indispensable diferenciación entre un sólo y otro solo.                   

martes, 10 de septiembre de 2024

"Pelis" de timadores

 

Ni mi declarada y acérrima afición al cine me ponía a salvo de la tentación de levantarme del asiento y abandonar la sala.

Que mi condición de sufrido espectador me haya hecho resistir hasta el final no hace menos imperdonable este disparate de carnaval grotesco y desaforado que resulta ser “Bitelchus”, y que tiene toda la pinta de haber derrochado un importante dineral en trucos, reparto de figurones, etc.

A Tim Burton le gustan las cosas raras, si tenemos en cuenta algunos de sus antecedentes. Pero es imposible descifrar con qué propósito se están fabricando estas costosísimas tomaduras de pelo que, a la postre, terminarán por volvernos cautelosos hasta los extremos más disuasorios y desconfiar de (ya lo hemos apuntado en estas líneas) lo que nos espera.

No valdrá la hipocresía con que presuntos entendidos quieran darle a estos bodrios el fuste del que carecen, el diploma apócrifo de vanguardias del divertimento y demás etiquetas ocurrentes y pasotas: ni pies ni cabeza.           

jueves, 5 de septiembre de 2024

Pozo sin fondo

 

El chantajista (o el extorsionador, no habrá demasiada diferencia) es, por naturaleza, insaciable. Y no descansa nunca. Perro, con ribetes él mismo de lo mismo, bien lo sabe. Lo sabe cualquiera.

Así que andamos espectadores -se ve que impotentes- del jueguecito entre este figura y los otros del separatismo, compitiendo por hacerse recíprocamente las mejores trampas. Indispensables en el compartido saqueo y para sostener esas infames alianzas, con hipócrita o ya creciente, descarado cinismo, se han falsificado verdades, se han remendado y enmierdado las leyes, o se han fabricado otras, se derrocha y malversa nuestro dinero, se firman compromisos escandalosos de favoritismo; y cuando, lógico revuelo general, se medio insinúa posterior “café para todos” (que será otra subida criminal de impuestos), ni siquiera falta uno de los frescos de ese barrio, proclamando en reciente entrevista que “de eso, nada”, que el café ha de ser sólo para ellos o tampoco quedarán contentos.

-Y eso, ¿por qué?

-Porque pretenden hacernos creer que son más altos y más guapos, pero ni ellos se lo creen.

-¿Más chulos?

-Eso puede ser.

Admirable, cuentan que solía exclamar, a modo de latiguillo, Rubén Darío.

 

Para apuntalar la red, el jefe defenestra, corta alguna cabeza que le empieza a estorbar y/o recompensa a los más dóciles de sus esbirros con suculentos “enchufes” de los gordos. Y ha adelantado la reunión de su rebaño, con mañas de pastor que fulminará al mínimo disidente que asome la oreja; llamando a esa tiranía “alinear el partido”.

Y eso es nada: océano por medio, su referente ejemplar venezolano ha adelantado la Navidad, que eso sí que mola.

Piénsenlo un poquito, no son opciones decentes permanecer en silencio, desentenderse, mirar hacia otro lado.

Nada hay tan inverosímil como el mundo que quieren imponernos como única realidad posible: este pozo en cuyo sin fondo se acumula la miseria.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Otra vuelta de tuerca

 

Cuando hay poco donde elegir, no queda otra que exponerse, llevado de la afición obstinada: sobreponer el ánimo y acometer, con riesgo probable, algún ejemplo de la oferta menesterosa y, martes tras martes, meterse en la camisa de once varas que viene siendo el cine de este, y no sólo, 2024, Anno Domini.

Y por ese camino, el espectador se va encontrando con “pelis” que, aparte de su profesional factura, lo dejan en un desconsolado desconcierto. Porque ¿qué guiones son, qué argumentos son estos de ahora, recargados de presuntuosos símbolos, de insinuaciones siniestritas, de sangrientas (y decíamos de Quentin, vaya) fantasías porque sí, artificiales sobresaltos y aun ésos, en el vacío?

Dos muestras de ese afán por lo tortuoso parecen ser “Parpadea dos veces” y “El cuervo”, a cuyas respectivas proyecciones sólo mi aventurera temeridad me ha animado a asistir, y de las cuales se sale con cara de qué hago aquí o cara de qué está pasando. La condición impenitente y duramente puesta a prueba de los espectadores va desconfiando de este que fue séptimo arte y que va y viene desbarrancándose por cuentos no tan chinos como presuntamente residuales o acaso teñidos en exceso de los “nuevos modos” que derivan del caos sembrado por videojuegos, teléfonos móviles, la IA y demás coreografías, discutibles de nobleza, ajenas a la directa sencillez de, sin ir más lejos -ni menos- el buen hacer de un Eastwood/Malpaso cualquiera.

 

-¿Y qué me dices de Avalos, Oscar Puente y los otros angelitos?

-De cine, tú.