Muy
inseguras deben sentirse de sus razones, de la calidad de su pensamiento, del
porqué de sus protestas, para elegir como estandarte, o como ariete, de
cualquier objetivo o pretensión el campechano gesto de echar al aire las “domingas”.
Para
las pintadas, ya están las paredes y las tapias.
Para
llamar la atención, erótica vía, ya tuvimos el destape muchos años atrás y,
como toda frivolidad, su efecto ha disminuido visiblemente.
Para
demagogia, ya hay de sobra con la, también desgastada, retórica falsa y
machacona de las arengas políticas, las soflamas revolucionarias y el
victimismo patético de los separatistas.
En
un pintoresco pasaje de la Mitología hay mención de que las Amazonas, para
mejor atinar con las flechas de sus arcos, se amputaban un seno, opción
quirúrgica que, sólo de pensarlo, da mucho repelús y parece de una radicalidad
nada recomendable.
Alivia
dar por sentado que no se trata de llegar a tanto, gracias a Dios, con las
reivindicaciones ocasionales de estas excéntricas y leves “heroínas”, en este
tiempo de carnaval, pan nuestro de cada día, viña del Señor en la que caben
tanto la alucinación extraterrestre de Flos Mariae como las aguerridas, y puede
que aburridas, manifestantes que hoy dan pie a este “blog”.