Los
posos del rencor que te envenena
pronto
han entrado en tal ebullición
que,
erizada de sierpes la melena
-que
tienes de Gorgona y de gangrena-,
te
han rebotado desde tu sillón.
Y
entrando atropellada por la escena
ya
llega tu ordinaria cantilena
de
rancio bolchevique trasnochado:
ya
has proferido sapos y culebras,
al
fastidioso modo acostumbrado
que
el vulgo te jalea y te celebra.
Y
al ser notorios tu menguado estilo,
la
burda trama de tus zurdos hilos,
la
furia sorda de tus alharacas
y
tu entidad genuina de cloaca…
Los versos de este BANDO hacen
saber
para todo lo que haya
menester:
“La
Capital y todos sus vecinos,
que
a buen recaudo pongan la cartera;
porque
anda suelto por la carretera
este
salteador de los caminos.”
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