Haré
un soneto un día, tan ocioso
que
no haya más que hacer; y sin sentido
dejaré
que resuenen los latidos
de
un proceder calmado y primoroso.
Por
objetivo alguna fruslería
servirá
de acicate y de pretexto,
que
para un recorrido tan modesto
no
es necesaria más teología.
Valdrá
para mi empeño cualquier cosa:
una
nube, un pájaro, un “cubata”,
un
satinado pétalo de rosa;
Un
cristal modernista, una posdata
que
en tu buzón deposite el cartero
para
certificar cuánto te quiero.
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