Con
las mentiras apolilladas de costumbre, la machacona Laura desplegaba ayer, en
alguna entrevista, el abanico de la matraca separatista para intentar defender
a Quim de la condenita modosa con la que el Supremo lo sanciona por
desobediente contumaz y rebelde contra una ley electoral.
Con
seguridad, la conducta y las actuaciones que de forma sostenida y obstinada ha
exhibido ese impresentable presidente de la región catalana dan para bastante
más que el corto periodo de inhabilitación que le han aplicado. Pero se diría
que por ahora sólo le han tocado un pelo de los muchos disponibles en su piel
de dura y correosa calidad montuna.
Y
que no han faltado sus “hooligans” y
otros cafres numerosos a la algarada pública con la que se celebra (siempre
dentro de las “cívicas” y “democráticas” maneras que tiene lo mejor de cada
casa) la farsa de desagravio que lo consagra como mártir de esa hermandad y archicofradía
de paranoicos.