No
falta quien sostiene
que
esto ha sido una trampa programada
por
los sabios perversos que, en sigilo,
cuando
les da el capricho,
nos
llevan por las trochas que les peta,
nos
deciden las vidas
y
nos arrean como a una manada
o
el viento, a una cometa.
O
bien que a los cabrones que comento,
con
culpable, dolosa negligencia,
se
les fue de las manos y la ciencia
un
maldito y nefasto experimento.
Como
en las más Antiguas Escrituras
que
atroces plagas y calamidades
nos
refieren, causando nuestro espanto:
así
ha dejado el mundo, hecho unos zorros,
esa
mierdosa panda de ceporros.
Y
ahora piden paciencia,
comprensión
obediente y sacrificio
con
la estúpida y larga normativa
(rebozada
en mentiras evasivas,
inflada
de tunante incoherencia)
que,
afirman nuestros jefes,
podrá
reconducir el maleficio.
Entre
tanta tormenta
y
viendo que no atienden a otra cosa
que
al cínico reparto de la tarta,
¿no
quedará un mal rayo que los parta?
¡Bienvenido, superviviente a la brocha gorda!
ResponderEliminar(La Ilustre espero se encuentre bien)