Convoco
a la casa que habito
una
cuadrilla de pintores.
El
trastorno se muestra inaudito;
los
efectos, devastadores.
El
muestrario de los colores
que
teñirán nuestras paredes
es
ambiguo, confuso, impreciso:
trampa
mortal con hondas redes.
Y
aunque la duda, que es personal,
añade
un plus de daltonismo,
ese
muestrario, tan desleal,
no
refleja los tonos lo mismo,
induciendo
a una adquisición
de
material equivocado,
a
indicios de depresión
y
de pulso que brinca alterado.
Hay
matices de azul y amarillo,
asimilables
a herejía,
que
confunden al ojo avizor
con
sus trucos y anomalías.
Conque
barrunto lo peor,
las
más temibles profecías,
esperando
unos resultados
de
cruel charada y lotería.
Derrumbado
de mi equilibrio
que
de suyo es más bien escaso,
hoy
os traslado este fragmento
con
rimas de ritmo algo payaso.
Jajaja,ya me mandarás fotos del resultado
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