Tempestuosamente
soliviantado el solar patrio por mor del conflicto entre joven futbolista (salvedad:
estas dos últimas palabras son ambivalentes. Es notorio que ahí, trátase de una
mujer) y directivo en entredicho con lema, o dicho, “pelillos a la mar”, la
marcha del país pasa a segundo o tercer desvanecido término en el interés público,
si bien el suceso compite con la trama del descuartizador, presunto o no, que
también da, seguirá dando, pasto y mucho que hablar al rebaño opinador de las “teles”.
De
menor relieve, al parecer, solicita nuestras zozobra y curiosidad el asalto
ocurrido en la vivienda de una célebre canzonetista del que, con arbitrariedad
y torpeza, se han supuesto autores/ladrones (así, en género gramatical sólo
masculino), prematura, temeraria, arbitraria y sectariamente sexista conclusión, dado que los “verdugos”
(prenda en la cabeza) que incorporaban para garantizar su improbable
identificación, en puridad podrían ocultar quizá alguna o algunas mujeres, que
haberlas, haylas, profesionales, que no “profesionalas”,
del delito.
En
corta y convencional entrevista por la “tele6”, la señora guardia civil de
turno recomienda seriamente para este último caso, y análogos, serenidad,
colaboración pasiva en el robo, prudente aquiescencia y por descontado, jamás
la defensa propia, haya armas o no en casa, que es reacción peligrosísima y
propia nada más que de yanquis salvajes y para nada, para nada de civilizados
ciudadanos europeos cuya conducta debe pasar por el aviso, lo antes posible,
claro es, a las Fuerzas y Cuerpos, etc. que harán lo que puedan dentro de la
ineludible secuencia sucesiva entre el incidente y el dicho aviso, lo cual
suena “a toro pasado”, expresión feliz del acervo popular con acreditada
implantación en los usos y costumbres de nuestra idiosincrasia festiva y
tendente a la pandereta.
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