miércoles, 30 de agosto de 2023

Las cosas

 

Cuando el compañerismo, absoluto o relativo, sano o no tanto, se desliza, desciende, a “colegueo”, pueden producirse situaciones de confusa molestia y malos entendidos a granel.

Va de suyo que las personas jóvenes, a las cuales cabe atribuirles no mucha madurez ni experiencia, interpretan de modo trivial según qué gestos; hasta que luego, personas adultas, desde la buena fe, o desde la motivación oportunista y politiquera, o desde maniobras interesadas -hay de todo- modifican esa interpretación y, si a mano viene, la cargan de mala conciencia y otros modelos de tergiversación y caspa.

Así que es lamentable y en nada ayuda (con el problemón auténtico que nuestra sociedad tiene de machismo más o menos cerril y de feminismo variado y variable) el ambiente fiestero del autobús que, junto a la natural euforia del triunfo, enseña imágenes (que ¿valen más que 1000 palabras?) del comentario colectivo y las risas banales por lo que apenas era sólo una anécdota (cuya trascendencia, lógico, va a estar sujeta a valoraciones subjetivas, cuando no peregrinas) y que luego hemos visto elevarse a delito sexual a medida que subía el hervor.

Por cosas más gordas anteriores, se debió frenar al menda. Por cosas más gordas, no se ha debido soltar (ley del sí es yes) a los que ya andan por ahí, tan campantes de nuevo.  

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