como
ocurre hoy con la coronación de Carlos III, rey de los britanos, se suscita la
controversia acerca de la presunta modificación que experimenta, o no, el
jamón, según el método elegido para “pillarlo” en sesión de “tapeo”.
En
el concreto caso que nos ocupa, en honor a la verdad hemos de precisar que se
trata de paleta ibérica, matiz que no altera sustancialmente la esencia del
debate, y manjar éste que nos parece preferible por sus características vetas
tocineras de resplandor más acentuado y tentador encanto.
Las
posiciones antagónicas se definen entre Lady Taladro, que es partidaria del uso
indiscriminado de los dedos y el Hipocampo, fervoroso defensor del tenedor de
acero inoxidable pulido, de cuya condición inerme y respetuosísima no cabe
dudar y que lo hace libre de toda sospecha de transmisión o influencia en el
sabor: radicalmente exento de descrédito.
Expuestos
estos argumentos de indiscutible solvencia, se muestran no obstante inservibles
ante el numantinismo de “La Taladro” quien sostiene con Alejandro Sanz que “no es lo mismo”.
Diplomáticos,
no hemos entrado en las disquisiciones que se derivarían de la sociología
aplicada al pijerío y/o al folclore, y mucho menos en la tradición ni tampoco
en lo que Bertrand Russell y otros denominan como la ley del consenso universal.
Admitan ambos, Vuesa Merced y Milady, que al igual que "una rosa es una rosa", un jamón es un jamón. ¡Fuerte abrazo en Coronation Day!
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