Resuelto a reivindicar
pruritos precolombinos,
remotas “deudas” añejas
y desvaríos cansinos,
llega de Colombia Petro
hecho un demagogo “retro”,
cuyas simbólicas quejas
pinta con ordinariez
vistiendo un traje barato
y trayendo entre las cejas
la aridez
de un único garabato:
que se note su discordia
“social”, revolucionaria,
con la majestad real
de crónica hereditaria.
Hay quien dice que en su tierra
se habla muy buen español.
Me consta, no es un farol;
y aunque este Petro se emperra,
descortés, en dar la nota,
tomaremos a chacota
su gesto poco educado,
hasta el día en que sus gentes
por tramposo e indecente
le den merecidamente
un puntapié con la bota.
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