El árbol que sustenta tu apellido
era metáfora de fortaleza,
de firme gravedad y de nobleza,
¿y lo has echado, sin más, al olvido?
¿Lo
cambiarás por mustio jaramago,
ahora
que, sumisa por el miedo,
es
tu discurso miseria y enredo
y
faramalla al modo más aciago?
No
es la ocasión primera, Margarita,
que
a sabiendas te pringas con un yerro
y
mintiendo, con la expresión contrita,
sales
en vano a defender a Perro.
¿Y
has escuchado hablar de la vergüenza?
¡Qué poquita te queda, qué poquita!
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