Paciencia,
solidaridad, sentido cívico, esfuerzo compartido.
Cuando
todo eso se utiliza para acostumbrar a las gentes a la resignación, a la
mansedumbre y, poco a poco, a un nihilismo paleto…
Quieren
sujetarnos, amedrentarnos con la propagación de falsedades que groseramente
mezclan con asuntos reales; quieren fomentar la ignorancia y el aborregamiento
porque eso nos hace manejables, arreables, desvalidos.
Vale
que los tiempos son difíciles. Pero los jefes, los que nos andan predicando,
inflados de hipocresía y frases inútiles, son una mala ralea que ni siquiera se
toma la molestia de aparentar que hacen su trabajo, que dan ejemplo.
¿No
hay salida? ¿No se convoca un motín? ¿No cabe más que hundirnos?
Con
tanto cinismo, desfachatez, infamia, ¿debemos pensar que en el Congreso hay
diputados o cómo era esa palabra que ocasionalmente escribía Cervantes…?
-“¿Hideputas?”
-Puede.
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