Con
toda garantía, no se nos tildará de originales ni de investigadores intrépidos
al afirmar la importancia y la representatividad que para un imperio tienen los
símbolos.
El
Coliseo de Roma, entre otros muchos, causó justificada impresión, que hasta hoy
se prolonga, como prodigio de arquitectura y hasta de tecnología y logística,
para usar jerga contemporánea. Y era, a la par, muestra excelente del poderío
que convino mientras le fue llegando la hora fatal (de “fatum”, del destino sin escapatoria) en que la decadente molicie
propia y la presión ajena y codiciosa de los bárbaros inmigrantes e invasores
dio al traste con todo el montaje.
Menos
heroico desde luego, aunque útil para el pasmo cateto de nuestros periodistillas
y reporterillos, está ese vehículo blindadísimo y exageradísimo que apodan La
Bestia y cuya resbaladiza y fácil referencia evocadora cristaliza, si bien con
cierta dificultad, en esa Bella que viaja en el custodiado interior -“joyita”
en el cofre - que vendría siendo Biden.
Si
bien se mira, tiene su matiz jocoso la desproporción entre esa formidable
máquina para salvaguardar la notoria fragilidad del presidente USA que es casi
póstumo de sí mismo. O precisamente se trata de eso.
-¿Y no serviría como símbolo también la
CocaCola?
-Yo no la descartaría. De hecho, combinada
con ron mejora cantidad y alcanza categoría de elixir delicioso. Y además, que
sostengo la sospecha de que el origen de esa chispa de la vida puede que esté
en la zarzaparrilla. Habrá que preguntarle a Kamala…
No pierda Vuesa Merced detalle de lo que pase, que de seguro encontrará inspiración para algún que otro artículo. Abrazos desde Villalba
ResponderEliminarSí, con aspecto frágil, con Coca Cola o con Katchup, nos ha metido de matute dos "veleros" para su amarre en Rota.
ResponderEliminarFeliz verano, maestro.
Un fuerte abrazo desde Aluche