Quienes
en vida entonces lo advirtieron
siempre
han manifestado la opinión
de
que era maravilla aquel trasero.
E
intentar con palabras la expresión
de
las verdades de tanta hermosura
sería
más que un vano prosaísmo,
exento
por completo de lirismo.
No
diré qué aventuras
y
qué lances de apuestos pretendientes
se
dieron en su estela y movimiento.
Y
cuánto sentimiento
produjo, numerosa entre las gentes,
la
noticia fatal de su deceso.
De
sus admiradores, tanto beso
y
suspiro le fueron dedicados
cuando
de tanta inspiración fue objeto
que,
dolientes ahora,
en
alta voz y a veces en secreto
esos
deudos lo lloran.
En
Castro Urdiales y en su cementerio
lo
cubre la aflicción de un mármol frío:
a
salvo en la memoria de amoríos
la
doble gloria de sus hemisferios.
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