A
sabiendas de que pactó con quien no era unos “acuerdos” de clamorosa
insuficiencia, que tienen más de remiendo cicatero que de solución, la
encargada del ministerio de transportes balbucea ante las preguntas de los
reporteros más silencios que respuestas, procurando en vano taparse con el
cinismo de llamar residual a una protesta, el paro de los camioneros, que por
desgracia se rendirán antes por agotamiento y decepción que por falta de
razones.
La
evidencia de estar en manos de los oligopolios y las mafias; desprotegidos por
un gobierno incompetente y venal; gradualmente abandonados por una ciudadanía
que cobardea en tablas en cuanto sus comodidades peligran; urgidos por su
propia precariedad y apremiantes penurias. Esos desgastes irán desactivando
este asunto que ha conseguido comprometernos a todos. Y a todos nos tocará la
vergüenza de consentirlo.
Los
chapuceros que nos mandan lo tienen claro: “divide y vencerás”. Y todavía más
fácil, porque el rebaño siempre termina cojeando de ese indecente burladero que
es “sálvese el que pueda”.
-Y ya en el río revuelto, ¿no te parece
que se exagera el “desabastecimiento” y de camino el tendero, grande o chico,
clava al cliente un alza especuladora de los precios?
-Vaya que sí. Y que después que esto
pase, no es probable que la descuenten.
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