El “president” catalán,
de apellido Aragonés,
hace un esfuerzo supremo
porque, memo,
finge creer que su arnés
-a menudo descortés-
es de otra ganadería.
Así que como un caimán
o un agorero ciprés,
más cateto que blasfemo,
forzó el compás de sus remos
y asistió por esta vez
con gesto de languidez
al “grupo” de autonomías.
Ha dejado claro que
hizo excepción a su norma,
porque nada lo conforma
si no se habla del “parné”
que dice que le debemos
los porfiados españoles.
Que no se piense la gente
que esto será un precedente.
Pero, pardiez, esta vez
ha aparcado los bemoles
y se tapó la nariz
para vencer su rechazo
de Emperatriz de la China
tocada con barretina
o mandarín en su ocaso.
¿Volverá a hacer los deberes
otro día?
El sueldo que se le paga
es para esos menesteres
todavía.
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