Seguramente
serían unos “progres” los visionarios que “encontraron” las “bondades” de la
mariconadita esa de cambiarle la hora a los relojes, dos veces al año.
Agnósticos
e incluso ateos contra esa epifanía luminosa, “sesudos analistas” a quienes los
parcos y discutibles resultados de tal deriva “han llamado poderosamente la
atención”, aportan desde hace tiempo sus conclusiones, considerablemente
opuestas.
La
controversia se prolonga, al calor de la negligencia y la molicie de estas
sociedades ensimismadas que, en evidente decadencia, presumen de ser el ejemplo
del mundo.
-¿Y qué tal el “puente”?
-Lo hemos declarado, aquí en el acuario,
fiesta nacional de la gastronomía. “Es un no parar”.
-¡Qué guay!
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