Con
una impresentable frecuencia que, si no fuésemos tan mansos y resignados
ciudadanos, ya habría causado más de un motín y un linchamiento, criminales
garantizados, reiterativos de espantosos hechos, son puestos en libertad tras una
escandalosa (por legal que sea) rebaja de sus condenas; y vuelven a las
andadas.
El
fracaso de las leyes vigentes para con esos sujetos no puede ser más llamativo;
ni más ofensivo para las víctimas directas e indirectamente para todos los que
acaso corremos peligro con el buenismo ñoño que no los encierra de modo
permanente eliminando así la posibilidad de que reincidan y hagan más daño.
Según
en qué casos, la reinserción no existe y los “expertos” están obligados a que
no se les despiste un expediente ni les falle filtro alguno. Así que…
Las
tibias explicaciones y los subterfugios de fantasma con los que los “responsables”
de turno pretenden escurrir el bulto y nunca consiguen, faltaría más, apaciguar
ni compensar la justa rabia y el llanto de los perjudicados, son estrictamente la
definición y la comprobación de que tales “responsables” no pasan de ser unos
incompetentes, unos menguados profesionales que hacen mal su trabajo. Lo que además
significa que estamos desperdiciando sus salarios.
Así
que…
¿cómo
se encaja esto?
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