en
los 90 del XX, con las aficiones intactas, les daba vueltas a las palabras y,
como en esa ocasión, a veces se quedaban (y así han seguido) sin vestir de música.
Ahora el Hipocampo las recupera para quizá aligeraros la lectura, que bastante
espesa debe andar con los sucesos de tinieblas de los presentes días:
Cuando
vuelvas de Egipto y en tu piel
traigas
la luz del sol y las arenas
que
te confirmen como reina mora
o
como perifrástica sirena,
confío
en que recuerdes el destino
que
entre vaivenes siempre nos separa,
y
a capricho bifurca los caminos
para
no vernos nunca cara a cara.
Espero
que la música que falta
para
hacer de estos versos mi canción
asome
su cadencia, clara y alta,
desde
la mente, desde el corazón.
Que
sus compases sean pases taurinos
para
lidiar estos amores locos
y
que la duda, el tiempo y el siroco
no
te impidan, al regreso de Egipto,
traerme
una botella de buen vino.
-En ese estilo te reconozco. Y ya
puestos, ¿eran las aventuras y el alcohol las fuentes de tus legendarias
partituras?
-No sé qué te diga. Es como si aquello le
hubiera sucedido a otro.
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ResponderEliminarRodrigo genuino. Si no supiera el origen lo reconocería sin asomo de duda tras el cuarto verso. Creo que hacer cosas con un sello tan reconocible es un rasgo a la altura de muy pocos. ¡Enhorabuena por ello!
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ResponderEliminarCasualmente hoy estaba escuchando canciones tuyas de aquella época y me emocionaba al identificarlas con la banda sonora de mis vivencias románticas de entonces. También me preguntaba cómo sería en tu caso la nostalgia por aquellos días bohemios o simplemente es, como dices aquí, como si le hubiera sucedido a otro.
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