Con
cierta frecuencia y también teatralidad, pretende elaborar la boba y personal
superstición de que la muerte pospondrá su visita inexorable con tal de hablar
de ella: como si fuese un conjuro contra el trance que a todos llega.
De
la afición de elucubrar, del jugar a palabras que simbolizan ideas, de una
relativa tendencia “surre”, plantea ese agorero y fúnebre tema como si fuera
una variedad del escondite.
-¿De qué te servirá la última hora,
el minuto postrero de ese día?
-No sé; más esta broma opositora
aquí resuena y sigue todavía.
Todos nos vamos y la Luna trae
a la memoria cada aniversario.
Y en este “enentremientras”
hay que salir valiente,
o al menos resistente,
burlón funambulista temerario,
a la mágica luz del escenario.
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