quienes
seguramente no van a modificar un ápice su diseño, han vuelto.
Lo
cual que no han servido para una mierda los muertos, los millones de dólares y,
menos todavía, las retóricas tramposas que se han empleado durante años y años
para contarnos un cuento imposible.
De
la mano de ese regreso peligrosísimo se impondrán de nuevo la destrucción de
los museos, que ocasiona un daño irreparable, los burkas y similares, y la
variopinta represión salvaje de la que se cebaron los noticieros en ese
agotador día de la marmota en el que continuamente hozan.
Quienes
somos espectadores frecuentes de los documentales de Discovery Max nos
preguntamos qué pensarán los extraterrestres que observan la torpeza y las
miserias de esta especie “humana”, incorregible, cuya hipocresía aplica
ridículos (y costosos y estériles) paños calientes en espera del diluvio
universal que quizá sea el único contador a cero que nos merecemos.
Pedro
Sánchez I, el Intrépido, ya se está haciendo su túnica de templario para
capitanear la inminente Cruzada.
Bien dicho Rodrigo.
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