lunes, 12 de abril de 2021

Las arenas

No son de Egipto y sus excavaciones

que desentierran templos de la gloria,

parafernalias de los faraones,

sarcófagos, ruinas y obeliscos;

y frisos, misteriosos de inscripciones,

a los que ya dio el Tiempo ese mordisco

que, minucioso, asola la memoria;

los restos de vasijas, las tablillas

con jeroglíficos para la Historia

y otras esplendorosas maravillas.

 

Tienen otro abolengo

las arenas que aquí delante tengo

y que esta mar de Cádiz acaricia

para gozo y solaz de la presbicia

del persistente observador que soy.

 

Siempre estoy, y es como si al oído

me susurrasen cantos que he sentido

en la sombra de vidas anteriores,

lejanos lances, añejos licores

y ofrendas ante un dios desconocido

que desgrana la cuenta

de las almas en venta

de amores desertores y perdidos.  

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