Vámonos,
cocodrilo, que no hay zapatos para ti.
Ni
siquiera hay trinchera para ti; y mucho menos, un “búnker”, por sencillito y de
precio módico que fuese.
Así
que estás en pleno descampado, entre las ráfagas del fuego cruzado que desde
una banda y otra te va disparando el miedo.
Al
relato oficial (vamos a llamarlo así) le salió, cuándo no, otro relato que iba
a contradecirlo.
Te
han pillado en medio. Y eso, que ya ocurrió otras veces, se multiplica ahora
porque somos demasiados y demasiadamente proliferan los hechos, su transmisión,
tanto falsa como veraz, la globalización que le dicen, maldita sea, con sus
modos y modas, sus avances y también sus retrocesos y el coste sideral de todo
ello.
Sigue
habiendo brujos en la tribu; y CIA y KGB; y quizá nuevas variantes del terror y
la humillación y el sometimiento. Para la Historia, el trance de contarle los
pecados al confesor; la obediencia fanatizante impartida en la mezquita que
sea; las elaboradas construcciones mentales de las remotas y orientalísimas
místicas del hinduísmo, el budismo y los demás ismos con sus gurús; sin
olvidarnos de los otros “gurús” de las finanzas, la economía de mercado, los
mercaderes del templo y el copón de la baraja…
Menuda
feria.
Ahí
andas, confuso, vulnerable, intentando proteger y conservar un gramo de
dignidad, de pensamiento, de persona. Y a la tarde, te han citado para la
vacuna.
Que
no te pase “ná”.
Ánimo y al toro!
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