Que
no todo son excelencias -ni mucho menos- en la cosa esa del mundo global en el
que, de hoz y coz, tal parece que estamos abocados a ser incluidos, sumergidos:
por él, devorados.
Si
es nuestro sino, nuestro futuro ya presente, inevitable, ello será, nos guste o
no. Ahora bien, habrá que pechar de camino con la revisión y la asunción de
multitud de casos. Y así,
¿escándalo
gordo, porque jóvenes especialistas
en los pingües manejos del paradigma de lo global que es el “internete”, con los
astronómicos dividendos que su habilidad extrae del bolsillo de los borreguitos…
(consumidores
de las fantasías de los nuevos espejismos, de las espectaculares drogas
virtuales de la masificación, trivial y embrutecedora, a base de fórmulas de
evasión y abstracción de nuevo cuño)
…
porque esos “youtubers” digo, salen
huyendo, procuran poner sus ganancias a salvo de la satánica voracidad fiscal
de los Estados?
Y
en este planeta de pícaros (qué ingenuo queda el Lazarillo de Tormes), ¿con qué
ejemplos limpios de las conciencias y las conductas, con qué autoridad moral se
les tachará de egoístas insolidarios, desde los púlpitos de la hipocresía convencional
que, al mismo tiempo, produce sin descanso políticos infames, frescos
ilimitados, corruptos multicolor y multiculturales, estafadores, malversadores,
prevaricadores, derrochadores; una sociedad que consiente y aun alienta esa
realidad clásica y caduca de “ismos” ideológicos enfrentados, de dinero a
raudales malgastado en la existencia y la persistencia financiada de los
individuos y las mafias que, sin dificultad, todos tenemos en mente?
Mucho
que callar y mucho que corregir antes de ponerse a tirar la primera piedra.
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