Émulo
del patoso Mr. Bean,
que
poca gracia o ninguna tuvo,
con
la ruina del más falso arlequín,
tu
manoteo agónico parece
una
hojarasca que al viento se mece
o
un vuelo soso y torpe de gallina
Así
pues, malandrín,
dinos
cuánto te paga
ese
energúmeno venezolano
para
que lo defiendas en la aciaga
deriva
de color “bolivariano”,
y
con tan poca vela en ese entierro
le
estés moviendo el rabo como un perro.
¿O
habrá comparación más adecuada,
más
servida en bandeja,
que
ser la comadreja circunfleja
de
tan extrema leche condensada?
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