Aprovechando
la extendida afición por las novelerías y el relativo desgaste de los 40 años
del Generalísimo al mando, más los defectos que tuviera su gobierno, se ve que
la propaganda correspondiente al “CAMBIO” ha tenido tiempo y señuelos bastantes
para moldear/intoxicar a esa mayoría que con sus votos produce, décadas
después, este desgobierno de remiendos y pactos marcianos cuya infinita lista
de cosas mal hechas no para de crecer.
Pero
ahora se trata sobre todo de impedir que la derecha gane unas elecciones porque
ya se sabe “lo antipática que es y lo mucho que roba”. Esto, dicho y
sostenido con tenacidad y algo de odio por “la banda” contraria y
artificialmente contrahecha de los simpáticos progresistas de conducta
impecable.
A
toda costa, al precio que sea, ruina o hundimiento irreparables incluidos, hay
que conseguir el objetivo.
La
ceguera sectaria y gritona que prolonga este rumbo y su legión de paniaguados;
la cobardía acomplejada de los silenciosos; y la gigantesca hipocresía
mentirosa que con sus consignas barniza tal “MOVIDA”, ¿son la única opción que,
por desgracia, ofrecen a los españoles el presente y el futuro?
¿Nos
han hecho perder la vergüenza?
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