si
alguien nos observara desde el mar,
si
ahí enfrente mirase alguna gente
y
viera de repente
nuestra
discreta desaparición
-que
deja por la mesa en el jardín
las
señales de nuestro aperitivo-,
¿podría
imaginarse:
lo
persuasivo, ese instante de amores?
¿El
impulso sutil y zalamero
del
corazón ligero
que
a pesar del transcurso de los años
sube
como si nada los peldaños
de
esa escalera que no admite espera?
¿Ese
destello que en tus ojos veo
renovando
el jazmín de los deseos?
Y
en este sinvivir de la epidemia,
¿dar
paso al contraluz de la bohemia,
las
persianas bajadas,
mis
besos en tus muslos
de
sirena y salinas demoradas?
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