Libre
(y temerario) seguramente es el emisor de la burla. Imprevisible, el receptor
de ella.
Sobre
todo cuando, por reiterada, la burla adquiere la condición de ácido recochineo.
En
la dulce Francia, tan chauvinista ella, se repiten sucesos que andan señalando
lo peligroso de jugar con fuego.
“Poi sarà quel che sarà”, mas los herederos de la Revolución que,
entre otras ocurrencias, ideó la guillotina, quizá darán por justificados los
excesos de aquella causa. Pero con otro punto de vista y diferentes causas y
justificaciones, es difícil sostener la cabal superioridad de una razón sobre
otra. Debería tenerse en cuenta de forma permanente que la mirada subjetiva
distorsiona la realidad, y átame esa mosca por el rabo.
Total
que, religiosas o laicas que sean las ideologías, apenas le va a faltar a ninguna
de ellas un cierto número de exégetas.
Y
de ejecutores.
Así
que ténganse todos, tiéntense todos la ropa, no sea que entren, unos y otros,
en descomunal, e irreversible, batalla. Que ya están en ello.
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