Viento de levante, rachas fuertes, seguramente por toda la provincia. Hasta en Ubrique (de las Petacas), en el ruedo de cuyo coso se mueven remolinos de polvareda, como en las películas del Oeste; del Oeste americano.
Espectadores enmascarados. La "autoridad", también. Y sólo el director de la Banda Municipal de Música, porque a ver quién sopla los instrumentos de viento, si no.
La gente, espaciada en los tendidos. Distancia social, lo han bautizado nuestros marrajos pedagogos públicos.
Ahora que las hipocresías inconsecuentes y melindrosas -- y tan furibundas -- de los "animalistas" no descansan con las quejas, ¿qué porvenir, a los maestros artesanos de la piel?¿Qué, a las novilladas que, como esta tarde, todavía programa y transmite Canal Sur, de manera que podamos admirar la ligazón en la faena del joven rondeño, la cornamenta y el comportamiento del gacho que borda con él esa estampa de arte y de entendimiento?
Una tarde rara, para reflexionar sobre las cosas estancadas, la alquimia decadente, la cena de los idiotas y los descafeinados.
He recogido el toldo trasero: con eso te lo digo todo.
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