Veinte años después y es como si
la ronda giratoria de los rones,
al desayuno de cada mañana,
hubiera sucedido ayer apenas.
El Malecón, el Prado y el Vedado
y el art-decò tardío; y el hastío
de las hetairas a las que el asombro
de nuestra no explicable castidad
hacía sonreír con suspicacias
e hipótesis: "Seguro que son gays;
y es por eso que no funciona el arte
del que estamos la mar de acreditadas
y que somos de lo mejor que hay".
Tan formales, tan "claros de ojos altos".
De ese modo volvimos a Madrid.
¡Pero qué fantasía,
evocar la aventura de esos días!
Ahora otros asuntos acontecen:
siempre cerca del mar que resplandece
yo, por Chiclana, tú por el Rincón
y el lazo de Sevilla
que anuda siempre nuestro corazón.
¿Son sones de elegía,
de San Fernando y la marinería?
A despedirnos, no sabemos cuándo,
¿serán pasos que llegan
de un silencioso aroma de bodegas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario