Y no es que la costumbre, el fenómeno careciera de antecedentes; pero en estas fechas de espejismo, de comportamientos y gestos cíclicamente reiterados, de vidas peculiares por mor del estado de alarma, el Hipocampo observa el tesón, la insistencia, el ánimo ilusionado y romántico con que Maritere capta una y otra vez la familiar perspectiva, los elementos que caracterizan estos jardines delanteros, la línea ondulante que las dunas dibujan; el mar, que cambia de sonido, de color, de movimientos... y la farola.
De la estirpe que ilumina el acerado delantero, la "nuestra" tiene, con su leve inclinación en la copa, un cadencioso aire flamenco o castizo, que la ha vuelto casi única, o así al menos la consideramos. En ocasiones, se ha visto aquejada por averías transitorias que, en su base e instalación perecedera del cableado, tuvieron lugar cuando los aguaceros se han mostrado especialmente agresivos e insidiosos; y a pesar de ello, ahí prosigue su acompañamiento con abstracta lealtad, quizá sintiéndose con una fantasía de mínimo alabardero que protege este castillo de juguete.
Claro es que la tecnología moderna, con sus omnipotentes teléfonos móviles milagrosos, ha vuelto obsoleto cualquier artilugio fotográfico previo. Y que disponemos de la ventaja logística de no consumir el "carrete" en la imprudente y despilfarradora repetición apasionada de una serie más o menos homogénea de imágenes. Eso confiere a la pardillana infinitas posibilidades de acción. Tanto es así, que hemos resuelto enviar a Mónica/"Manoteos", periódica selección de nuestras tomas, a ver si hay suerte y salen emitidas en los prolegómenos del "parte" meteorológico, en las noches de TV1.
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