Lo que la cobarde y paniaguada miseria de los compromisos y el mercadeo, de la sumisión y el acojone ante las torpes y menguadas presiones del poder nunca conseguirán es rozar, ni empañar siquiera, el resplandor de la inteligencia, la independencia y la claridad de las palabras bien elegidas que nos trasladan los criterios de decencia, de pensamiento coherente y de señorío, que son proverbiales en la escritura de USSÍA, Don Alfonso.
Entre su fina desenvoltura y su acreditado humor y la ramplona pesantez de quienes ahora pretenden callarlo hay un escandaloso y hondo abismo de diferencias. Pero los tiempos que nos tocan abundan en muestras tangibles del triunfo de la mediocridad, y así nos está yendo.
Así estamos, ante un feo horizonte de decepciones en el que, con más desfachatez e hipocresía que antes, se nos impone una sucia y poco disimulona censura que nada tiene que envidiarle a la otra, histórica, que tantas histéricas erisipelas levantó y levanta entre las izquierdas meapilas y/o montaraces.
Un horizonte lamentable que nunca tenemos que consentir.
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