A pesar de la gravedad del asunto y del brillante trío de damas de relieve que han fichado para repartir esta especie de friso de protagonistas, "El escándalo" produce una sensación de proyecto inacabado, un atropellamiento innecesario e inconveniente de datos y referencias que se le pueden atascar al espectador y en fin lo dejan un poco insatisfecho y con algo de frustración ante unas promesas que el "film" amaga y no termina de cumplir.
Por otra parte, con la intención que sea, han revuelto demasiado (y sí, es verdad que todo anda revuelto ahora) política, espectáculo, medios de información, ambiciones y la histórica factura que el mercado (de la fama, del dinero, del poder) jamás dejará de pasar por muy "correctos" y reivindicativos que soplen los vientos.
Con las grietas de esa estructura, el argumento cuaja poco y sus motivos y sus razones (que son indiscutibles) tienden a la dispersión. Y aun así, alguna escena impresiona y repugna por la sordidez y la humillación que refleja, aunque los prototipos -- los arquetipos -- resulten deliberadamente elementales y, por su propia y rudimentaria evidencia, de fácil estadística y algo menos convincentes que verosímiles.
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