La feria tecnológica esa de Barcelona se suspende porque una parte considerable de las empresas convocadas dan cautelosa marcha atrás.
Como hipótesis, flota en el aire, en los medios de difusión, una explicación medio elusiva que tendría origen en la inoportunísima epidemia surgida en China, y que va extendiéndose con nada despreciables índices de contagio y de fallecimientos.
Y claro que la capital catalana pierde en esta coyuntura sustanciosos dividendos y no sólo de naturaleza económica. Pero en mitad de este trance de consternación y frustraciones, de lamentos etc., ¿por casualidad habrá pensado alguien que el vandalismo que las recientes revueltas instalaron en sus calles, la inseguridad a varios niveles que se respira, los chocantes antecedentes de su más relevante munícipe que, no hace tanto -- antes de su discutible y quizá fingida reconversión --, exhibía un comportamiento de militante agitadora antisistema, la antipatía que rezuma el separatismo con sus mentiras y sus histerias, puedan ser causa no menor de esta desbandada?
¿Se alude siquiera a esa posibilidad en el "entremientras" del festival de disimulos que ensombrece los análisis?
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