Las señales, los avisos, ya desde la tarde anterior, habían sembrado el aire de delicados morbos cariñosos.
Así que el desvelo y la proximidad del cuerpo amado no fueron lo más granado de la sorpresa; ni lo impropio de la hora, que no carecía de antecedentes en la ya intensa historia compartida.
Lo inédito fue el comentario, que se abrió paso entre el sueño de ella, entre la buena disposición, la confianza, el estilo algo "surre" que el buen humor manifestaba a menudo en las conversaciones, la terminología y las claves privadas de una nomenclatura que había proliferado con el tiempo y las experiencias vividas a dúo.
Para la lista larga y creciente de los recuerdos tiernos va a quedar esa frase que, directa y acaso poco literaria, es en cambio el emblema de todo un tesoro de buenos entendimientos.
Y horas después, con el desayuno, figuran en el florero los ocasionales hibiscos. Que también son, a su manera, un tratado del amor cortés que otrora cantaron los juglares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario