Un agradable contraste, un respiro nos ofrece "La biblioteca de los libros rechazados", y no sólo por su argumento, que se plantea entre manuscritos, escritores, editores, críticos, etc. y por ello ya tiene la seducción doble que como lectores y cinéfilos puede condicionarnos de manera favorable, sino también porque el estilo francés dista de los formatos americanos predominantes y eso siempre se nota.
Incluso en el aire algo desdibujado y mucho más teórico que activo que envuelve la intriga, hay un punto de elegancia discreta y desganada, un diferente modo de hacer cine, con leves e indirectos toques de casi humor, con medida naturalidad, con oficio y, en suma, con el suave aroma del que alardean los publicitarios glamorosos del Tulipán Negro.
En mis salas de cine disponibles convendría reforzar mucho la escasa presencia de este tipo de films.
Al que el Hipocampo hoy se refiere cabe agradecerle la mirada que posa sobre la frustración y la melancolía de autores a los que hieren la incomprensión y el desdén, las negativas y el rechazo, y cuyo sufrimiento no es menor que otros que, quizá con injusticia, son acreedores del relieve aturdido que suele conceder la falta, tan extendida y vigente, de la delicadeza.
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