Cuando después de una pausa
probamos a regresar
a lo consuetudinario,
y contemplamos de nuevo
que sigue el telediario
rumiando las mismas causas,
sin aparente relevo,
es un tremendo pesar:
Corral con sobrados gallos
que en vez de cantar parece
que, tramposos, cacarean;
profuso estanque de ranas
cuya mental diarrea
nos deja inertes, sin ganas.
¿Y este gasto de dinero,
y esta parranda infumable
continuarán sine die
sus mañas de bandolero?
¿No va a parar esta ronda
de memos pavos reales
ni habrá nadie que responda
si en la derecha y la izquierda
no son tales,
sino unos pavos de mierda?
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