Si la entidad de cuya sucursal sois directora
no manifiesta su intención siquiera
de obsequiarme con un televisor, como me consta
que con otros clientes sufridores
ha tenido el detalle (y vaya tela),
no esperéis que la caja de bombones
que como una atención me han sugerido
que os lleve sin más, un día de éstos,
ha de llegaros. ¿O acaso es de recibo
este semidesdén hacia los fondos
que deposito en vuestras hondas simas
y solemnes, blindadas cajas fuertes,
repletas de denarios y de dracmas?
¿No son merecedores mis sestercios
de gentileza alguna, vuestra y fina?
Reparad si se debe
tal cortesía a la ingratitud
o si, por el contrario,
debe tenderse un puente de alta plata
al aleve enemigo.
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