Sin exageración, cabe suponer de todos conocida la complejidad y elaborada sofisticación que a lo largo de su dilatada y milenaria historia han caracterizado los relieves más llamativos de la civilización china.
Al presente, el empuje y gigantesco desarrollo de su economía y su industria, en los más variados frentes, son un hecho indiscutible (alarmante, según los casos) que no determina en poco la evolución de nuestro siglo.
Que parta de aquellas calidades y cualidades la existencia del adjetivo sinuoso, al que no concedió desdén el magisterio de Borges, ni de sus remotos e indecisos epígonos, desde las fronteras galaicas y astures hasta las salinas resplandecientes de este Sur, es prueba, si se quiere lateral, de ello.
Imaginad pues, el talento, la capacidad investigadora, el empeño curioso de saberes y la intrepidez aventurera con que Lady Taladro (que jamás se arredra ante las dificultades ni se rinde por el sesgo abstruso que puedan revestir los acontecimientos) ha emprendido un inédito rumbo y acometido desaforada y singular empresa al añadir a las actividades "tunning" del taller la restauración del cierre de un bolso que los artesanos de aquél país, de ojos y pensamientos tan impenetrables como oblicuos, fabrican laboriosos bajo la advocación de cierta marca registrada, ejemplo de globalización y pujanza internacionales.
El asombro con el que el Hipocampo acoge esta reciente muestra de creatividad e ingeniosos recursos, no es para contarlo, como evidencia este "blog" de hoy cuya redacción y difusión han demorado numerosas vicisitudes e incidencias sin fin que en este verano que comienza entreveran el otrora sosegado discurrir de los hábitos que, ya se ve, "no hacen al monje".
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