Comprendidos en el ancho catálogo de la especie que con generosidad llamamos humana, se encuentran los individuos a cuya inverosímil categoría alude el epígrafe de hoy.
En ocasiones, los tratadistas se refieren a ellos en forma críptica, sosteniendo un remoto vínculo que los ennobleciera de metáforas y greguerías, aunque tales discutidas similitudes siembren la desazón, el desaliento y el desacuerdo entre los discípulos, los émulos y los admiradores más fervorosos del genial Ramón. No obstante, hay un considerable fundamento estadístico que avala su existencia y una evidente dimensión y logros que haríamos mal en negar.
Con su peculiar y simbólica nomenclatura, su "argot" y sus congresos periódicos donde se analiza la evolución del colectivo y donde se perfilan las sabias directrices de su discurso, los tramos felices de sus teorías y la influencia pública de sus enseñanzas, no cabe sin desdoro omitir a esta ilustrada minoría a la que, por un prurito democrático, debemos dar su sitio y facilitar canales para la cabal expresión de su ideología y métodos.
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