Es la mujer del Puerto que al amigo
encandiló y después, como los toros,
salió suelta, huidiza, con sonoro
trasunto absurdo de falso testigo.
Y por contraste con tal frialdad
no se somete el hombre a tanto olvido,
con esa suerte de fidelidad
que a veces nos produce lo perdido.
Evoca a la mujer cuya hermosura
de bailarina de danza española
se desplegaba desde su cintura
en cada movimiento y cabriola:
-- Se le notaba en todo
el arte sabio: al hacerme el amor,
emanaba ondulante de sus modos
un andaluz reflejo seductor.
Yo inserto en la memoria
algún detalle leve de ese lance,
pormenores menudos del romance
que sugieran en versos otra historia.
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