Como andamos rodeados de un manto grandísimo y bastante espantoso de hechos violentos en la vida real y otro tanto en la ficción del cine y de la "tele", confundiendo y/o borrando de manera perversa la debida frontera, quien más quien menos, nos hemos ido embotando con una costumbre que desgasta incansablemente nuestras conciencias. Tal es la avalancha de malas noticias y tan mezcladas y en veloz sustitución unas con otras, que literalmente no damos abasto con la memoria ni con la sensibilidad ni con la ya mermada capacidad de escándalo.
Así que esta película nos centra por una vez en la crueldad del terrorismo, en el fanatismo de ceguera e ignorancia que lo nutre y en el miedo que a nuestra vulnerabilidad corresponde. Seguramente los sucesos de aquel día funesto en Boston tuvieron, como tantos, la repercusión que impacta en nosotros pero que resulta transitoria, casi instantánea porque la barre el siguiente caso de barbarie que nunca demora en llegar.
Considero cuánta injusticia e ingratitud nos tiñe cuando de forma egoísta, miserablemente humana, malgastamos nuestra atención y energías en cuestiones cuya entidad es, por comparación, insignificante.
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