Envuelto por la niebla consistente
que en el paseo esta mañana había,
caminaba con grave continente
y un ácrata pirata parecía.
El ímpetu, notorio en Maritere,
nunca jamás había sido suyo,
pero se resistía con orgullo
a volver a la curva decadente
de esa panza en pujanza prominente
que despierta, inclemente,
críticas y miradas y murmullos.
Conque después de unos días de asueto,
caballerosamente ha regresado
a descontar con estilo discreto
los gramos que de más ha incorporado.
Ahora, ante la mesa
sembrada con apuntes y papeles,
evoca con asombro en su cabeza
la última sorpresa,
afinando despacio los pinceles;
y anda pensando para sus adentros
en la cambiante vida y sus historias,
los giros repentinos que esa noria
nos ofrece, sin muchos miramientos.
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