Con cada atentado de los terroristas, vuelven a ponerse de manifiesto la cíclica disyuntiva y la correspondiente polémica entre seguridad y libertad.
Convendría establecer que sin seguridad previa, la libertad se queda en una especie de papel mojado de altísimo riesgo, en el que los propósitos utópicos sólo añaden un plus de escarnio y de siniestro sarcasmo: en la selva, cualquiera lo ve, lo que impera es el incontrolado peligro y no parece haber más libertad que la necesidad inevitable de supervivencia con su ración generosa de ruleta rusa.
Sostienen los más ingenuos la posibilidad de un equilibrio entre los dos factores que seguramente apenas da para la ensoñación de mundos remotos y teóricos; y es curioso que quede gente -mucha - encandilada con esa llama, si consideramos cuánto viene quemando.
En fin, si Ud. no da guerra y, además de la principalísima y no tan frecuente libertad interior de los pensamientos, tiene suficiente con una vida de las que decimos "decentes", a lo mejor no añora cotas de libertad inconcebibles ni hace el ganso llamándole ley mordaza a nada, para procurar que prevalezcan las intenciones torcidas y la delincuencia bendecida con los barnices de la demagogia.
Que luego, cuando truena, todos nos acordamos de Santa Bárbara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario