La expresión elegida era FRÍO,
como el agua del río.
Elemental, sencillo,
aquel lance de críos, de chiquillos:
un jugador escondía una cosa,
y en encontrarla, el otro,
cifraba su objetivo.
Era un tiempo sin prisas.
Exenta la ilusión de sinsabores,
poco era el llanto, frecuente, la risa
y en Navidad, las jornadas mejores.
Hace FRÍO este año. Los motivos
nada tienen de juego irreflexivo.
Lo achacan los prolíficos científicos
a ese cambio climático específico
que tornará poco a poco el Planeta
en un indescifrable jeroglífico.
Y, a mi propuesta de tomar café
(tantos años, sucesos ya pasados),
tu clásico y cortante "mejor, no"
es alto y FRÍO: un acantilado
que combaten las olas de este mar,
con este atalayero,
desolado y cansado de mirar.
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