Noche, salgo de mis sentidos para buscar tu sueño.
Noche, calma de terciopelo, sola, sin movimientos.
Me vine aquí para recoger
tus luces pálidas y serenas
y detenerlas entre los planos de mi cristal.
Noche, como un topacio claro, llego temblando a verte.
Noche, dama de aguamarina, vine por conocerte.
Ya no hay camino que no recorra
desde la música hasta el silencio
ni ningún día que esté tan cerca como yo estoy.
Noche, quédate. ¿No querrías permanecer un poco más?
Noche, niña metamorfosis, amanecer de plata.
No hay nadie que por ti muera como yo,
ni jugador que te necesite así
para jugar otra vez tu juego de tono azul...
Qué precioso poema noctámbulo!
ResponderEliminar