El matador

Con sus ceñidos pantalones de inverosímil tiro milimétrico, el matador está convocando, para conformar su remendada cuadrilla, a bragados y veteranos banderilleros, picadores, mozos de espada...

Quiere triunfar en la Plaza. Saca pecho. Sonríe.

Y eso que no es ya la joven, aunque dudosa, promesa que no hace mucho fue, al contrario: alguna temporada lleva a sus espaldas, y es que las faenas no se le han dado demasiado bien y diversas cornadas puede haberse llevado en la lidia, en la competición con otras figuras prominentes que también andan en los carteles, luciendo pases y coletas.

Diríase que, visto desde fuera, ese círculo más parece un aquelarre de Goya, algo de expresiones sombrías en los gestos compuestos o a medio componer, algo raído en las vestimentas de esos corifeos, algo de esforzado, casi obligado, entusiasmo en la puesta en escena.

¿Lo apoyarán en serio? ¿Le serán fieles? Si da un traspié, que no sería el primero, ¿harán por él, antes que la fiera, esos leales Rubalcaba, Díaz, Borrell...?