Como niños caprichosos que disputan, que se pelean por la posesión de un juguete, los políticos que nos desgobiernan y los que lo pretenden, alargan sus conciliábulos, estiran sus regateos de bazar oriental, combinan los chanchullos con los que se repartirán luego el poder y nuestro dinero.
Lo malo del asunto es que el juguete de sus rabietas y egoísmos somos nosotros, nuestra vida, el rumbo apacible o ruinoso que el enfrentamiento de sus teorías, ideologías y manías, todo ese ambicioso y vicioso cambalache, nos hará llevar, mientras nos mienten, exprimen y manipulan en beneficio de su vanidad, de su mediocridad, de su torpeza e, incluso, de sus "malas pulgas".
Un escenario encantador en el que perdemos el tiempo y la energía. Y siempre pagamos los platos rotos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario