Es esta ociosa forma de ver amanecer, percibiendo cómo las neuronas supervivientes, en su actividad imparable y cansada, intercambian mensajes, asociaciones de pensamientos que se dispersan en enredados laberintos, en un jardín de senderos que se bifurcan.
Las neuronas, con su recubrimiento protector a salvo o en proceso de recuperación; o bien desnudas, despellejadas, bajo la chaqueta de diseño que cuesta elegir en las tumultuosas rebajas de este inaugurado enero.
Es esta forma de derramar el tiempo, desatendiendo las advertencias con las que la consciencia avisa de que tanto derroche no quedó ni quedará nunca impune.
De ensoñar despierto, de ver pasar (como en un coche "parao", tal como abuela Clotilde decía, matrona cordobesa en su cierro sevillano) ese grupo inverosímil, corriendo por la playa, a lo carros de fuego, la gente es que se emboba con el cine, de ver el eterno movimiento espumoso de las aguas, delante del ancho mar, la gente es que se cuelga con las canciones, presintiendo a lo lejos los gigantescos imperios, los continentes heroicos de Darío o de Whitman.
El viento que lleva días y días sin darle tregua al toldo de este porche delantero, a la planta del plátano y al ficus pujante, al buzón casi inservible aunque instalado con la mejor firmeza, lo mismo que el mástil de los estandartes y las banderolas, lo mismo que el nuevo juego de faroles en las fachadas...
¿Haremos un día unas rebanadas de pan frito para desayunar con el café?
Vamos ahora, a ver qué esterilidades rutinarias debaten hoy (sobre la última ordinariez del apaño separatista) los tertulianos, siempre "insignes" de la Griso o de la Quintana, anda que son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario